Este año celebré Sant Jordi comprando unos cuantos libros que puse en cola, uno de ellos fue el de Mar García Puig. Le tenía ganas, por el tema y por ser su autora una de las personas que hizo creer que se podía y ser una de las pocas personas a las que considero íntegra dentro de la política.
La historia de los vertebrados habla del desasosiego, del miedo y la culpa que se instaura en el momento de ser madre, narrada de una manera que consiguen adentrarte hasta sentir la locura como tuya.
El repaso histórico de todas las disidencias, miedos y neurosis, incluso solo un quejido en el manual de la buena madre, o una domesticación que no llega a ser suficiente, que desencadena el ingreso en un manicomio. El maltrato y la violencia hacia las madres en épocas en las que la mujer solo era válida para parir y dar hijos. Y a la vez tan vigente, porque todos podemos errar, pero una madre no.
De lo poco que se habla de la locura puerperal ni de cómo se gestiona ni de cómo se alivia. Lo importante en un embarazo siempre es que los niños estén bien, aunque la madre, como cuerpo y vehículo, esté rota y con una guerra civil hormonal y química que no puede controlar. Nunca importará tanto y será egoísta si no se ocupa de estar o fingir por el bien del núcleo familiar. Todo esfuerzo será insuficiente.
De Séneca a Proust, pasando por Darwin y las tragedias griegas, psicoanalistas y filósofos en busca de la culpabilización a las madres, por lo que no fueron. La violencia estructural, institucional y cotidiana, retroalimentándose.
“He vuelto de la muerte y no he rezado a Dios” aparecía en la segunda página del libro, citando a Silvia Mistral, poeta, que la escribió tras parir a su hija en 1942.
Enfrentarse a la incertidumbre, ya de por sí, es un cuadro de ansiedad; enfrentarse a la incertidumbre de perder lo que más quieres debe ser un sinvivir constante, un no volver a ser tú. Ser hija y comprender la crudeza, los porqués y volver a la rueda de la culpa por no entender o saber entender, por no calmar y no ser nunca alivio porque tu propia existencia es motivo de felicidad pero también de deuda constante con el diablo, porque lo único que no puede darnos nuestra madre es la inmortalidad. Y la crueldad de no poder darla tú tampoco. El terror a ser madre. El terror a ser hija.
Sigo bastante revuelta.
No sé muy bien cómo, hace unos días, llegué a un artículo en El Mundo, de hace un año, sobre “ la moda de las autoras y los libros sobre maternidad y traumas de autoras que premian” escrito por una autora y avalado por sus libreros de confianza. Joder qué pena, citar a tantísimas autoras para menospreciarlas y hablar de que hay un boom porque el mercado impera, pues menos mal pienso yo, sea por el mercado o porque cada vez hay más mujeres editoras que editan a autoras, que cada vez hay más escritoras hablando de los que nos ocurre, sean traumas, ansiedades, depresiones, rupturas, duelos, violaciones, abusos o maternidad, esas cosas de las que no se habla, esas cosas que solo nos pasan a nosotras y que parece que hasta hace 6 años según la autora, no existían, aunque en Verne, en 2015, ya se hablaba de por qué leer autoras. De cosas que nos ayudan a recolocarnos en lugares que no comprendíamos o situaciones que no sabíamos que incluso existían. Cosas que hay que sacar a la luz para que les dé el aire y lleguen a todas, a liberarnos de culpas, de miedos y a no sentirnos solas ante lo que desconocemos. Por fin visibilizar y hacer crecer a escritoras que se citarán en libros, artículos y ensayos y serán referentes de las que aún hoy no saben leer. Quizás lo que sí comenzó hace 6 años fueron movimientos en redes sociales, como siempre y gracias, lo que removió y movilizó el mercado; aun así, siguen editándose más libros de escritores sin que nadie hable de un boom.
Esto de Carmen G. de la Cueva.
Ojalá no pare el boom, porque yo, que soy nacida en los 80, no tuve escritoras referentes porque ni se estudiaban en el colegio ni en los institutos, que tardé en conocer autoras y mucho menos a mujeres guionistas. Crecí con el reflejo en el que te podías mirar: un campo de hombres creando frases y situaciones absurdas, a veces sin nombre, en TV, en el cine, en los libros, en el teatro… Y ahora prácticamente solo quiero leer mujeres.
Esto de Chus Gutiérrez.
Ojalá siga el boom porque hay muchas cosas de las que hablar y reflexionar, y porque siendo las mujeres las que más leemos y más libros compramos (me atrevería a decir que también las que más pisamos bibliotecas), dejadnos leer lo que nos salga del coño por fin.
Ayer cayó toda la tormenta de verano sobre mí, y qué frescor entra hoy por la ventana, como si esta ola de calor se hubiese marchado para siempre y el resto del verano prometiese ser decente. Esto ya sí me da algo de vida y no el agotamiento que me había poseído el cuerpo. Menos de 20 días para preocuparme solo de seguir respirando y llenar el cerebro de agua y arena.
Nos leemos pronto.
Salud
Como una de esas escritoras culpables de alimentar la “moda” de hablar de lo que ha sido siempre, de lo que sostiene la humanidad: la maternidad, la hijidad; gracias, Salud, por escribir esto. Es desolador sentir ese desprecio terrible por “nuestros” temas, esos que se etiquetan con cierto rictus condescendiente como “cosas de mujeres”. Seguiremos hablando, seguiremos escribiendo, cada vez que, como tú, alguien se planta tomamos aire 💙
Maravilla leerte. Gracias